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Historias de Navidad


Historias y cosas de Navidad - Todo sobre la Navidad

Historias de Navidad

Cuatros Historias sobre la Navidad para reflexionar y contar :


  • Carta al Niño Jesús
  • El niño que lo quiere todo
  • Bienes Invisibles
  • Un regalo de Navidad
  • Historia de La estrella de Belén
  • Diferencias entre San Nicolás, Papá Noél y Santa Claus

    Carta al Niño Jesús

    Cuando era niña, mi madre me inculcó la costumbre de que cada año le escribiera una carta a Santa Claus para pedirle las cosas que quería me trajera en este tan esperado día.
    Desde luego, todo estaba condicionado a la conducta que yo observara durante un año, y mi madre, siempre pendiente de todo, me "leía la cartilla" recordándome las travesuras cometidas durante 365 días. Por lo tanto, los regalos pedidos, ya no serían los mismos. Sin embargo, la esperanza no moría en mi corazón y esa tan especial carta terminaba colocándola debajo de mi hamaca, para que yopudiera ver cómo era en realidad el esperado personaje. Nunca lo pude conocer porque, según mamá, me quedaba dormida cuando él llegaba y le daba pena despertarme.
    Mi emoción por escribir era doble: una porque era la única ocasión en que escribía una carta y se la mandaba a alguien, y dos porque en ella volcaba toda mi ilusión de pedir lo que, sin saberlo, nuca llegaría a mis manos. Al día siguiente, no podía controlar la emoción de ver si todo lo pedido había llegado. No puedo decir que me sentía desilusionada por lo que "Santa Claus" me había traído, sino que no entendía el porque, si yo pedí un "juego de té" de los grandes, había uno chiquito en su lugar.
    En fin, resignada, aceptaba tan maravilloso regalo, prometiéndome a mí misma que durante todo el año venidero me portaría mejor, para que me trajera lo que pidiera y pudiera conocer al portador de dichos obsequios.
    Han pasado ya muchos años de esta maravillosa etapa de mi vida, no exenta de carencias económicas, pero sí llena de momentos felices; con el paso del tiempo, la realidad se empezó a hacer patente y mi personaje favorito cambió de rostro, de un hombre gordo y bonachón, a un niño recién nacido. Hoy mi pedido de regalos ya no lo hago por medio de cartas, ni siquiera por computadora, menos por Internet, no lo necesito, pues los pedidos los hago con el corazón y llegan más rápido y seguro: mi Cristo Jesús no necesita de estas modernidades para que me escuche en el momento en que se lo pido y el mensaje, además, llega con entrega inmediata.
    Todas las Navidades son especiales, pero ésta en lo personal será muy diferente pues algunos de mis amores no estarán conmigo; no voy a disfrutar ni gozar de su presencia, pero tengo impregnada su esencia y eso me reconfortará mucho más, sobre todo ahora que es la primera vez que pasaré las fiestas decembrinas sin una de mis hijas, le ha tocado alzar el vuelo e iniciar su propia vida y, aunque me queda muy claro que esta experiencia tenía que vivirla algún día, me duele mucho, pues todavía no me acostumbro a no tenerla conmigo. Esta y algunas otras razones me han hecho recordar cuando escribía mis cartas, pues si la emoción me embargaba en aquel entonces, ahora mucho más, cuando los sentimientos se encuentran, no hay palabras para describir lo que se siente en el corazón. Por eso esta Navidad para mí será diferente y quiero pedirle, ya no a "Santa Claus", sino a mi Niño Jesús lo que me gustaría para este 24 de diciembre:"Mi Niño Jesús, en esta Navidad quiero pedirte que me ayudes a ser cada día una mejor compañera, esposa, madre, amiga, en fin una mejor persona, para ser digna de ti, y poder proyectarlo a los seres que conviven conmigo en cualquier lugar y en cualquier circunstancia.
    "Acrecienta en mí la tolerancia, la paciencia, la solidaridad, la honestidad, la sinceridad, la alegría y el entusiasmo, el amor y la ternura, para poder compartirlo con la gente que me rodea.
    "Permíteme ver más allá de lo que mis ojos pueden ver, sobre todo, cuando un niño se acerca a mí y ver en él tu rostro cuando sonríe.
    "Te pido también por mis hijos (sobre todo por la que en estos momentos está lejos de mí) para que los cuides, los protejas y los guíes, más aún en los momentos difíciles que la vida les tiene reservados, y acreciéntales el amor que sienten por ti, que eres la vida misma.
    "Quiero pedirte por las autoridades que dirigen a mí país y a mí Estado para que impere en ellos el compromiso de ser democráticos, justos, honestos y competentes, para que el rostro de la miseria que asomó después del huracán "Isidoro" desaparezca, dando lugar al bienestar y al desarrollo, pues eso redundaría en beneficio para mis conciudadanos y así habría menos gente desempleada.
    "Después de lo que se vivió (con el ciclón) danos, sobre todo a los que todavía no recuperan lo perdido, la esperanza, la fe y la confianza de que las cosas serán mucho mejor que antes, más aún si confían en ti.
    "Que en todas las familias, no sólo de aquí, sino de todo el mundo, reine el respeto, el cariño, la confianza y el amor, para que se acaben las violencias, los llantos y las tristezas, y ser lo más parecido a esa Sagrada Familia en la cual tú te encuentras ahora, acompañado de tus Santísimos padres.
    "También quiero pedirte, niñito Jesús, que estés siempre junto a los niños que al igual que tú, quieren jugar, correr, brincar, saltar, pero por cosas del destino sufren de alguna discapacidad que les impide hacerlo. Enséñales que estando contigo, no hay imposibles.
    "Y para no alargar mucho esta carta, pues sé que tienes mucho que hacer, a pesar de ser tan pequeñito, quiero pedirte, mi Niño Jesús, abusando de tu bondad, que seas tú el portador de un abrazo muy fuerte a todas mis amigas que por motivos ajenos a mi voluntad no podré darles, diles que las quiero mucho y que espero que no pase mucho tiempo para dárselos personalmente, si tú así lo tienes dispuesto.
    "Estoy convencida de que mi manera de ser y la conducta que yo observe tiene mucho que ver para que me concedas todo lo que te pedí. Sé que debo ser una digna hija y hermana tuya, congruente entre lo que digo y hago en este largo caminar por la vida y en mi trato con las personas que me rodean, y en eso se centra mi búsqueda constante. Sin embargo, cuando no esté siendo honesta y sincera ni conmigo ni con los demás, por favor "léeme mi cartilla", como cuando era niña, pues mi madre todavía se encarga de hacerlo ahora que soy grande. Por todas tus bendiciones ¡Gracias!"
    P.D. por esta ocasión, esta carta no la voy a poner debajo de mi hamaca, sino junto a tu cunita, pero no para que no se te olvide lo que te pido, sino para que yo recuerde siempre lo mucho que me das".
    Y para todos y cada uno de los seres que amo (esa palabra me enseño mi madre para expresar mi cariño) y para los que me hacen el favor de leer este artículo, les deseo de todo corazón que pasen una muy: ¡Feliz Navidad!
    R.C.S.- Mérida, Yucatán, diciembre de 2002.- FUENTE: http://www.yucatan.com.mx

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    El niño que lo quiere todo

    Había una vez un niño que se llamaba Jorge, su madre María y el padre Juan. En el día de los Reyes Magos se pidió más de veinte cosas. Su madre le dijo: Pero tú comprendes que… mira te voy a decir que los Reyes Magos tienen camellos, no camiones, segundo, no te caben en tu habitación, y, tercero, mira otros niños… tú piensa en los otros niños, y no te enfades porque tienes que pedir menos.
    El niño se enfadó y se fue a su habitación. Y dice su padre a María: Ay, se quiere pedir casi una tienda entera, y su habitación está llena de juguetes.
    María dijo que sí con la cabeza. El niño dijo con la voz baja: Es verdad lo que ha dicho mamá, debo de hacerles caso, soy muy malo.
    Llegó la hora de ir al colegio y dijo la profesora: Vamos a ver, Jorge, dinos cuántas cosas te has pedido.
    Y dijo bajito: Veinticinco. La profesora se calló. Cuando terminó todos se fueron y la señorita le dijo a Jorge que no tenía que pedir tanto. Cuando sus padres se tuvieron que ir, Jorge cambió inmediatamente la carta, aunque se pidió quince cosas. Cuando llegaron sus padres les dijo que había quitado diez cosas de la lista. Los padres pensaron: Bueno, no está mal.
    Y dijeron: ¿Y eso lo vas a compartir con tus amigos?
    Jorge dijo: No, porque son míos y no los quiero compartir.
    Se dieron cuenta de que no tenía ni Belén ni árbol de Navidad. Y fueron a una tienda, pero se habían agotado. Fueron a todas partes, pero nada. El niño mientras iba en el coche vio una estrella y rezó esto: Ya sé que no rezo mucho, perdón, pero quiero encontrar un Belén y un árbol de Navidad. De pronto, se les paró el coche, se bajaron, y se les apareció un ángel que dijo a Jorge: Has sido muy bueno en quitar cosas de la lista así que os daré el Belén y el árbol. Pasaron tres minutos y continuó el ángel: Miren en el maletero y veréis. Mientras el ángel se fue. Juan dijo: ¡Eh, muchas gracias! Pero, ¿qué pasa con el coche? Y dijo la madre: ¡Anda, si ya funciona! ¡Se ha encendido solo! Y el padre dio las gracias de nuevo.
    Por fin llegó el día tan esperado, el día de los Reyes Magos. Cuando Jorge se levantó y fue a ver los regalos que le habían traído, se llevó una gran sorpresa. Le habían traído las veinticinco cosas de la lista. Enseguida, despertó a sus padres y les dijo que quería repartir sus juguetes con los niños más pobres.
    Pasó una semana y el niño trajo a casa a muchos niños pobres. La madre de Jorge hizo el chocolate y pasteles para todos. Todos fueron muy felices. Y colorín, colorado, este cuento acabado.
    (de Sheila García González) - FUENTE: http://www.guiainfantil.com


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    Bienes invisibles

    Una historia que nos enseña que lo material no es la felicidad

    Tomás es un chico de siete años que vive con su mamá, una pobre costurera, en su solo cuarto, en una pequeña ciudad del norte de Escocia. La víspera de Navidad, en su cama, el chico espera, ansioso, la venida de Papá Noel. Según la costumbre de su país, ha colocado en la chimenea una gran media de lana, esperando encontrarla, a la mañana siguiente, llena de regalos.
    Pero su mamá sabe que no habrá regalos de Navidad para Tomás por su falta de dinero. Para evitar su desilusión, le explica que hay bienes visibles, que se compran con dinero, y bienes invisibles, que no se compran, ni se venden, ni se ven, pero que lo hacen a uno muy feliz: como el cariño de la mamá, por ejemplo.
    Al día siguiente, Tomás despierta, corre a la chimenea y ve su media vacía. La recoge con emoción y alegría y se la muestra su mamá: "¡Está llena de bienes invisibles!", le dice, y se le ve feliz.
    Por la tarde va Tomás al salón parroquial donde se reúnen los chicos, cada cual mostrando orgulloso su regalo. "¿Y a ti, Tomás, qué te ha traído Papá Noel?", le preguntan.
    Tomás muestra feliz su media vacía: "¡A mí me ha traído bienes invisibles!", contesta. Los chicos se ríen de él. Entre ellos Federico un niño consentido quien tiene el mejor regalo pero no es feliz. Por envidia sus compañeros le hacen burla porque su lindo auto a pedal no tiene marcha atrás, y enfurecido destruye el valioso juguete.
    El papá de Federico se aflige, y se pregunta como podría darle gusto a su hijo. En eso ve a Tomás sentado en un rincón, feliz con su media vacía. Le pregunta: "¿Que te ha traído Papá Noel?"
    "A mí bienes invisibles", contesta Tomás ante la sorpresa del papá de Federico, y le explica que no se ven, ni se compran, ni se venden, como el cariño de una mamá.
    El papá de Federico comprendió. Los muchos regalos visibles y vistosos no habían logrado la felicidad de su hijo. Tomás había descubierto, gracias a su mamá, el camino a la felicidad.
    Bernardino Piñera Carvallo


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    El Regalo de Navidad

    Un relato sobre la alegría de dar al prójimo

    Un amigo mío llamado Pablo recibió un automóvil de parte de su hermano como regalo de Navidad. En Nochebuena cuando Pablo salió de su oficina, un pilluelo estaba caminando alrededor del flamante auto nuevo, admirándolo. "¿Es este su auto señor?" preguntó.
    Pablo asintió. "Mi hermano me lo regaló por Navidad."
    El joven estaba asombrado. "¿Quiere decir que su hermano se lo regaló y que no le costó ni un centavo?, vaya, ya quisiera…" Vaciló.
    Claro que Pablo sabía lo que deseaba. Deseaba tener un hermano como el suyo. Pero lo que el muchacho le dijo sacudió a Pablo hasta sus talones.
    "Desearía," continuó el chico, "poder ser un hermano como el suyo". Pablo miró al muchacho sorprendido, e impulsivamente añadió, "¿Te gustaría dar una vuelta en mi auto?"
    "Claro que sí, me encantaría". Luego de un corto paseo, el jovencito se volvió y con los ojos encendidos, dijo, "Señor, ¿le importaría manejarlo frente a mi casa?"
    Pablo sonrió ligeramente. Creyó saber lo que el mozalbete quería. Quería mostrar a sus vecinos que podía llegar a casa en un gran automóvil.
    Pero se equivocó nuevamente. "¿Podría detenerse donde están esas dos gradas?" preguntó el muchacho. Subió los escalones.
    Pronto Pablo lo oyó regresar, pero no venía rápido. Estaba cargando a su pequeño hermano lisiado.
    Lo sentó al final de la grada, luego como que lo giró para que pueda ver el auto.
    "Ahí está amiguito, como te dije adentro. Su hermano se lo regaló por Navidad y no le costó un centavo. Y algún día yo te voy a regalar uno igual a éste…así podrás ver todas las hermosas cosas en las ventanas navideñas que te he estado tratando de describir."
    Pablo salió y levantó al muchachito y lo sentó en el asiento delantero de su auto. Luego su hermano mayor subió atrás y los tres empezaron un gran paseo navideño.
    Esa Nochebuena, Pablo aprendió lo que Jesús quería decir cuando dijo, "Hay mayor alegría en dar…"
    Dan Clark


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    La estrella de Belén

    El único, como ya se dijo, que menciona la estrella de Navidad o de Belén, es Mateo. Dice que la estrella precedía a los reyes magos hasta que se paro encima del lugar donde estaba el niño Jesús. Ya en la antigüedad se defendía a la estrella como verdadera. El teólogo Orígenes (c. 185-253) decía que estaba próxima a la naturaleza de los cometas. Muchas hipótesis aparecieron para explicar el "milagro de la estrella de Belén", tratándolo como un fenómeno astronómico real. Unas hipótesis apuntan al brillante planeta Venus, pero este planeta ya era conocido en aquellos tiempos, difícilmente pudo ser tomado como algo extraordinario. Otros señalan el paso de un cometa, concretamente del Halley, pero éste ya había transitado por nuestro sistema solar el año 11 a.C., bastante antes del nacimiento de Cristo. Los hay también que atribuyen la "estrella" a una supernova (explosión de un sol cuya brillante luz puede verse durante meses, incluso de día), pero no hay registros históricos de esa época al respecto pese a que si lo hay de novas observadas en el 135 a. C. y el 173 d. C. La opinión más razonable y aceptada la propuso el astrónomo Johannes Kepler en 1606.
    Para Kepler, la estrella de los magos no fue otra cosa que la rara triple conjunción de la Tierra con los planetas Júpiter y Saturno, estando el Sol pasando por Piscis. En esta conjunción los planetas se ven como uno solo, los que los hace una luz muy brillante. Los cálculos de Kepler determinaron que la conjunción se dio en el año 7 a. C., lo que resulta compatible con las fechas asignadas al nacimiento de Jesús esbozadas mas arriba. Un evento como este se dio en 1940-41 y no se volverá a dar hasta el 2198. Kepler conocía los comentarios que sobre el profeta Daniel había escrito en 1497 Arbabanel, un sabio judío. Según Arbabanel la conjunción de Saturno y Júpiter en la constelación de Pisis había tenido lugar cuando el nacimiento de Moisés, y tendría lugar otra vez cuando naciera el Mesías. Arbabanel creía que la liberación traída por el Mesías se efectuaría de acuerdo con el versículo (24, 17 Números) de la Biblia que dice "Y de Jacob se levantará una estrella y de Israel surgirá un cetro."
    Tal vez el redactor del evangelio según Mateo no hizo más que aprovechar, con intención mítica, el suceso cósmico. La explicación mas simple consiste naturalmente en creer que Dios creo una estrella que guiase a los Reyes Magos y una vez cumplida su misión desapareciera tan rápida y misteriosamente como había sido creada. Pero Dios usa muchas veces para sus milagros las causas naturales, y el milagro consiste en que estas se realicen en el momento y lugar justos.
    FUENTE: https://www.aciprensa.com


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    San Nicolás - Papá Noél - Santa Claus

    Papá Noél, que había sido obispo de Asia Menor en el siglo IV, santo en buena parte de Europa desde la Edad Media, y gnomo en Nueva York de mediado del siglo XIX, se vio forzado a viajar por medio mundo antes de poder encontrarse a S mismo en la maravillosa imaginación de otros.
    El proceso de metamorfosis que llevo al obispo Nicolás de Asia Menor al gordinflón barbudo vestido de rojo y blanco que le trae regalos a los niños, es tan o más fantástico y apasionante que su propia leyenda.
    San Nicolas vestido de obispo.
    San Nicolás nació alrededor del año 280 en Patara, una ciudad del antiguo distrito de Licia, en Asia Menor, en el sudoeste de la actual Turquía. Era hijo de una familia adinerada y gozo de una buena educación.
    A la muerte de sus padres regaló todos sus bienes y se encamino hacia la vida religiosa, ingresando en el monasterio de Sión. Fue ordenado sacerdote a los 19 años por su tío, el arzobispo de Myra, al que muy pronto sustituyo en el cargo tras su deceso. Gran defensor de los dogmas católicos, falleció siendo arzobispo de Myra cerca del año 350. Fue llamado obispo de los niños, por su amor a los pequeños, y se hizo muy popular por su gran generosidad y amabilidad para con los mas necesitados y los niños, a quienes hizo beneficiarios de su fortuna personal. Su fama se extendió mas allá de las fronteras de su región y comenzó a ser protagonista de gran cantidad de leyendas, atribuyéndosele desde salidas nocturnas para repartir regalos entre quienes lo necesitaban, hasta milagros como el de calmar una tempestad y resucitar a un marinero egipcio.
    De entre todos los relatos legendarios acerca de san Nicolás destacan dos historias: una, conocida como la de las tres hermanas, es la base sobre la que se construyó el mito que le convertirá en generoso repartidor de regalos; la otra llamada de los tres hermanos, le hizo acreedor al titulo de patrón protector de los niños.
    La primera leyenda cuenta lo siguiente: En la ciudad de san Nicolás, Patara, había tres niñas que no se podían casar, ya que su padre estaba arruinado y no tenia dinero para sus dotes, razón por la cual el hombre había decidido venderlas a medida que alcanzaran la edad de ser desposadas. San Nicolás se entero de esto y corrió a darle una bolsa llena de monedas de oro en secreto a la mayor, para su dote. Otro tanto sucedió con la segunda y la tercera a medida que llegaron a la edad matrimonial. Según la leyenda san Nicolás, para mantener el secreto, tiraba la bolsa con el oro a través de una ventana y la embocaba en uno de los calcetines que la niña en cuestión colgaba para que se secase en la chimenea. A la tercera de las niñas le reconocieron, con lo que se hizo famoso por ello.
    En la segunda leyenda, la de los tres hermanos, san Nicolás, que iba de viaje, se detuvo en una posada a pernoctar y, mientras descansaba, soñó que se cometía un terrible crimen en esa hostería: tres hermanos muy jóvenes y ricos que estaba alojados ahí también, habían sido asesinados por el dueño con el fin de robarles sus pertenencias. Al despertar, san Nicolás, encaró al posadero y lo obligo a confesar su crimen, que no era el primero, había hecho lo mismo con otros clientes a los que había troceado y puesto en salmuera, para, finalmente, servirlos a sus clientes como salazón de cerdo. Los tres niños que todavía no habían sido troceados son resucitados por el santo.
    Estas dos leyendas y muchas mas le dieron fama en Europa. Los vikingos lo adoptaron como santo patrono, y de ellos paso a Rusia donde se convirtió en santo nacional a principios del siglo X. Pero su fama se extendió cuando sus huesos fueron robados de Myra por unos marineros que lo llevaron a la ciudad italiana de Bari, y puesto en la Iglesia de san Esteban. Apenas llegado ya empezó a obrar milagros y su fama corrió como el viento por toda Europa.
    Desde mediados del siglo XIII san Nicolás repartía los regalos y juguetes durante la noche del 5 al 6 de diciembre, pero tras la Contra Reforma católica (1545-1563), surgió otro personaje, Christkind, el niño Jesús, que repartía regalos en el día de Navidad. El avance de la tradición de los regalos del niño Jesús forzó a que san Nicolás pasara a entregar sus regalos el día 25.
    La adorable misión de repartir regalos a los niños en Navidad fue adoptada por toda Europa, y el personaje encargado de hacerlo fue desarrollándose a partir de la figura básica del san Nicolás medieval mezclada con diferentes leyendas locales (como los gnomos, el padre invierno nórdico, la bruja buena italiana, y otros mas).
    Así nacieron, por ejemplo, los legendarios Kolya (Rusia), Niklas (Austria y Suiza), Pezel-Nichol (Baviera), Semiklaus (Tirol), Svaty Mikulas (ex Checoslovaquia), Sinter Klaas (Holanda), Father Christmas o padre Navidad (Gran Bretaña), Santa Claus (EE.UU.), Père Noël o padre Navidad (Francia)... y otras muchas variantes del mismo mito básico.
    Pero al gordinflón de barba blanca y vestido con un traje rojo ribeteado de blanco, que conduce por el aire un trineo de ocho renos transportando un saco lleno de juguetes, se lo debemos a las tradiciones holandesas y a los escritores y dibujantes de Nueva York, EE.UU..
    La Tradición de san Nicolás arraigó de forma especialmente intensa en los Países Bajos a partir del siglo XIII. Se lo llego a nombrar santo protector de Ámsterdam.
    Por aquellos días se lo representaba vestido con ornamentos eclesiásticos, con barba blanca, montando en un burro, y llevando un saco o cesta con regalos para los niños buenos y un manojo de varas para los desobedientes. Mas tarde, hacia el siglo XVII solía llegar en un barco que se llamaba Spanje (España), con un caballo blanco, siempre acompañado de su fiel sirviente moro Zwarte Piet (Pedro el Negro), un siempre sonriente personaje que lleva un saco lleno de golosinas que es lo suficientemente grande como para que, cuando se queda vacío, pueda meterse en el a todos los niños que se han portado mal durante el año y se los llevaba a España (un castigo horrible para la época, ya que estaban enemistados con España).
    Esta tradición familiar de san Nicolás traspasó el Atlántico, en el siglo XVII, junto a los colonos holandeses que fueron a instalarse en la prometedora costa este de Norteamérica. Los holandeses fundaron Nueva Ámsterdam en la isla de Manhattan, que luego seria Nueva York. En este traspaso, Pedro en Negro se quedo en el continente, ya que desaparece de los festejos posteriores.
    Washington Irving amante del folclore europeo, escribió su Historia de Nueva York en 1809, en la que describe la supuesta llegada del santo cada víspera de San Nicolás. Lo describe ya sin ropas de obispo y dejo de montar un caballo blanco para llegar en un corcel volador. Fue tan popular a raíz de este relato que todos, incluso los colonos ingleses, festejaron la celebración holandesa. El nombre fue derivando de san Nicolás, Sinterklaas o Sinter Klaas hasta acabar siendo pronunciado como Santa Claus por los angloparlantes. Había nacido un nuevo personaje, al que todavía le faltaba para convertirse en el actual gordo bonachón.
    El siguiente paso en la transformación definitiva de san Nicolás en Santa Claus ocurrió el día 23 de diciembre de 1823, cuando apareció un poema en un diario de Nueva York, titulado Un relato sobre la visita de San Nicolás. Recién en 1862 se supo que lo había escrito Clement C. Moore, profesor de estudios bíblicos en Nueva York. En este poema se ensalzó el componente mágico del Nicolás de Irving y lo hizo más creíble. Cambio el trineo tirado por un caballo volador por uno tirado por renos. Lo describió como un tipo alegre, gordo y de pequeña estatura, asimilándolo a un gnomo. Y lo mas decisivo fue que Moore situó la llegada de Santa en la vigilia de Navidad, en lugar de suceder el 6 de diciembre. Gracias a este empuje, Washington Irving creo una sociedad literaria en honor al santo en 1835.
    La imagen del gordo Santa Claus la detalló al máximo el dibujante Thomas Nast, que por Navidad publicó ilustraciones de Santa Claus en la revista Harper’s de 1860 a 1880. Nast añadió detalles como su taller en el polo norte y su vigilancia sobre los niños buenos y malos de todo el mundo. Él le dio el color rojo y su vestuario de pieles.
    A fines del siglo XIX y principios del XX la costumbre del san Nicolás reinventado en Nueva York, se fue extendiendo por casi toda Europa. Fundo sus bases en Gran Bretaña como Father Christmas o Padre Navidad, y de ahí pasaría a Francia bajo el nombre de Père Noël o papa Navidad, del cual derivaría Papá Noél, como se lo conoce en España, Argentina y gran parte de América latina. En realidad no hizo mas que readaptarse a las antiguas costumbres de san Nicolás u otros repartidores de regalos.
    El Santa Claus de Thomas Nast
    Pero finalmente fu la Coca-Cola la que le dio su actual aspecto en 1931. Para la campaña publicitaria de la Navidad de este año, la Coca-Cola le encargo a Habdon Sundblom que remodelara el Santa Claus de Nast. Él creo un Santa Claus más alto, todavía más gordinflón, aunque más simpático, con un rostro bonachón, de ojos pícaros, chispeantes y amigables, con pelo cano y luenga barba y bigote, también blancos, sedosos y agradables. La vestimenta mantuvo los colores rojo y blanco, que son los de la compañía, pero su traje se hizo más lujoso y atractivo.
    A la imaginación de todas esas personas se debe nuestro actual repartidor de regalos. En realidad no hizo mas que readaptarse a las antiguas costumbres de san Nicolás u otros repartidores de regalos, que se barajaban en los diferentes países del mundo. Actualmente se lo hace oriundo de Hveragerdi, según los islandeses, los noruegos dicen que vive en la ciudad de Drammen, mientras que los finlandeses (la mas aceptada) juran que e nació y vive en Rovaniemi, todas estas son localidades turística. Según los finlandeses hace siglos, un primitivo Santa Claus (que ellos llaman Julemand) vestido con pieles de reno, dejaba los regalos tallados en hueso o madera en la puerta de cada casa donde viviera un niño. Pero ahora ese gigante generoso vive, desde hace 400 años, en un monte cercano a la ciudad de Rovaniemi.
    Todos sabemos que vive en el Polo Norte con muchos duendes que lo ayudan a fabricar todos los regalos que le piden los niños del mundo, y que reparte los regalos en un trineo volador tirado por los siete renos a los que llama Bailarín, Saltador, Zalamero, Bromista, Alegre y Veloz, todos ellos liderados por Reno el de la nariz roja, que fue él ultimo en integrarse al grupo. Otros dicen que son ocho y se llaman Doner y Cupid, que están cerca de Papá Noel, Blitzer y Comet, Vixen y Prancer, y por ultimo Dasher y Dancer.
    Eso que se comenta que los regalos son dejados por los padres, es una terrible mentira que quise echar por tierra con esta biografía seria y concisa de Papá Noél o como a ustedes les guste llamarlo.
    FUENTE: http://webs.sinectis.com.ar

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